Desde el momento que el cachorro llega a casa comienza nuestro nuevo trabajo de actor-director.
Tenemos que tener muy en cuenta que un perro no es un coche, al que echamos gasolina, limpiamos y usamos, y cuando no se necesita lo dejamos aparcado sin preocuparnos mas por él, o un “enanito de jardín” al que mantenemos alimentado, limpio y sano pero que no interactuamos con él mas que con una planta o un jarrón.
Desde el momento en que el cachorro llega a casa tenemos que saber que cualquier cosa que hagamos con él debe estar encaminada a trasmitirle las pautas de conducta adecuadas y que para ello lo primero que necesitaremos por nuestra parte es tiempo, atención e interés, además de paciencia, sentido común, alegría… y la imprescindible máscara de teatro.
Nuestra mente nos dará las pautas de director de la obra y nuestro cuerpo expresará las señales con las que enseñaremos al perro.
Lo mejor que podemos aprender es a divertirnos nosotros primero, que toda interacción con el perro sea divertida para nosotros, aunque nos tengamos que poner la máscara de seriedad o la de ignorancia altiva.
Con el cachorro tenemos que convivir de modo que le llevemos siempre encauzado a las acciones positivas que queremos reforzar, tenemos que conseguir que salgan voluntariamente del cachorro y entonces premiarlas, para que el cachorro relacione su acción y nuestra reacción.
Esto refuerza la acción mucho más que el sistema represivo, o de castigo más o menos brusco.
Es mucho mejor tener a nuestro amigo confiado y entregado a nosotros que temeroso y sometido a la fuerza.
Esto no quiere decir que tengamos un perro maleducado o consentido, quiere decir simplemente que lo educaremos de un modo que el cachorro vaya adentrándose en la vida con unas pautas reforzadas hacia una educación de complicidad-respuesta-premio.
Somos nosotros los responsables de adelantarnos a las situaciones que no queremos que se produzcan.
Por ejemplo, siempre será mejor dejar al cachorro guardado en un lugar destinado a ello que donde pueda ocasionar cualquier destrozo o situación peligrosa para él, a que nos amargue el reencuentro… pero si nosotros lo dejamos y no nos adelantamos a las posibles consecuencias luego no podemos culpar al perro, los que cometimos el error fuimos nosotros… así que a conservar la calma, recoger y aprender para la próxima.
LA JAULA Y EL PARQUE
La jaula o el parque son instrumentos que nos pueden resultar muy útiles para la convivencia y educación del cachorro.
Cuando tenemos que dejar al cachorro solo en casa lo mejor que podemos hacer es anticiparnos y dejar al cachorro en un lugar en el que limitemos al máximo las acciones que no nos gustaría que el cachorro hiciera cuando este solo y para ello es súper útiles las jaulas, desmontables o de plástico y el parque.
Con ello delimitamos la zona en la cual el cachorro va a actuar y podremos llegar a casa sin sorpresas desagradables, que nos cambien de humor y hagan que volquemos en el cachorro nuestro enfado por lo que hizo, y de lo cual el no tiene consciencia ni por supuesto culpa. O lo que podría ser aún peor, encontrarnos al cachorro accidentado, puede morder un cable eléctrico, comerse una esponja o cualquier objeto o cualquier otro accidente que ponga en riesgo su salud o su vida.
Cualquier ocurrencia de un cachorro no es mas que eso una ocurrencia, pero si esta ocurrencia por mero juego o entretenimiento resulta desastrosa para nosotros o para él mismo, lo primero que tenemos que saber y asumir es que la culpa es enteramente nuestra, por no haber sabido anticipar los hechos.
Si dejamos a un cachorro solo en una casa donde pueda campar a sus anchas podemos encontrarnos los almohadones cambiados de sitio, la basura revuelta o cualquier cosa rota… o las alfombras sucias y esto no es culpa del perro, los irresponsables hemos sido nosotros.
La peor consecuencia de estas catástrofes no son las pérdidas materiales en sí, que para nosotros puede parecerlo, sino la inmediata carga de culpa y enfado que vamos a volcar sobre el cachorro.
El cachorro no relaciona bien sus ratos de soledad y juegos libres con nuestro enfado al descubrir sus andanzas por lo que seguirá jugando con lo mismo si le damos opción y si sistemáticamente nuestra llegada a casa es similar va a ser uno de los primeros pasos para hacer que el perro tema ese momento y viva esa situación con angustia. Le dará inseguridad.
El Briard es un perro especialmente sensible por lo que fácilmente podemos hacer que un cachorro alegre y equilibrado se convierta en un perro apocado y temeroso.
Es mejor anticiparse y dejarlo en un lugar donde el perro podrá hacer, coger o tocar exclusivamente lo que nosotros hayamos introducido.
Al igual que la jaula o el parque, puede ser una jaula-perrera grande en el jardín, pero no por ello caigamos en la tentación de tener al cachorro encerrado mas tiempo del debido por comodidad.
El cachorro necesita convivencia para poder ir aprendiendo poco a poco los normas y costumbres.
Busca por instinto un lugar protegido donde descansar, por lo que podemos facilitárselo.
Esto lo hacemos con una jaula o trasportín o un parque desmontable.
La jaula tiene la ventaja de que el cachorro al disponer de menor espacio para moverse optará por dormir y tendrá una tendencia es aguantar mas rato hasta que lo saquemos para hacer sus necesidades.
En el parque, al tener mas espacio, podrá jugar y moverse pero también orinar etc.
Por lo que una u otra opción la podemos elegir en dependencia al tiempo que vayamos a estar fuera de casa y dejemos al cachorro solo.
Tenemos que acostumbrarlo poco a poco.
Disponemos la jaula en un lugar cerca de nosotros con la puerta abierta y le ponemos una golosina dentro, un juguete o incluso su plato con comida, al principio dejamos que entre y salga… que lo conozca.
A los cachorros les suele gustar la jaula, es protegida y recogida y les da seguridad.
Cuando le cerremos la puerta, lo haremos con total tranquilidad y nunca se la abriremos mientras gimotee o arañe queriendo salir.
Yo me siento tranquilamente cerca y me pongo a leer, sin mas, cómodamente y con total relajación, sin mirarle ni darle importancia, y pongo la alarma del teléfono móvil, al principio corto, cinco minutos, lo suficiente para que el cachorro se tranquilice y opte por esperar.
Cuando suena la alarma le abro la puerta y le premio con el premio especial ¡un quesito!
Así voy alargando el tiempo poco a poco. Y cuando estamos en casa con él dejamos abierta la puerta para que entre y salga cuando quiera.
Mas adelante también veremos que la jaula o parque puede resultarnos útil para otros menesteres, pero sobre todo, los ratos que tenemos que dejar solo al cachorro, es mejor dejarlo controlado. evitamos sustos, accidentes y disgustos.
Enlace con mas información sobre la jaula : http://pdtspain.blogspot.com.es/2009/04/habituacion-la-jaula.html
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